jueves, 15 de julio de 2010

Perfil

“No soy una persona que esté a la espera de las cosas”
Todos saben que el Emperador Napoleón fue un extraordinario estratega militar, que extendió sus dominios y que tuvo innumerables triunfos a lo largo de su vida. Igualmente conocida es su famosa derrota en la batalla de Waterloo, que puso fin al Imperio Francés y que supuso su exilio.

“Uno tiene sus ‘Waterloos’, pero de ésos no hay que platicar”, bromea con una gran sonrisa el arquitecto y diseñador Felipe Covarrubias, quien el 27 de octubre recibirá por parte de la Bienal Internacional del Cartel en México la Medalla de Oro a la excelencia ‘José Guadalupe Posada’, reconocimiento que “se otorga a los más destacados profesionistas dedicados a enaltecer y promover nuestra práctica como diseñadores a nivel internacional”, reza el comunicado que recibió el festejado.

“Nunca imaginé que me iban a dar una medalla que así se llamara y que es de oro. Por supuesto que estoy muy contento”, explica el Arq. Covarrubias, que tiene más de 40 años como maestro de la carrera de Diseño en el ITESO y que demuestra su admiración por la obra de Posada: “Fue un maestro en la lucha social, que la hizo a través de la gráfica. El término diseñador se acuña posteriormente a su trabajo, pero el legado que estaba haciendo era diseñando (…) todo tenía una leyenda tipográfica y eso también obedecía a premisas de comunicación. Muy concisa, lacónica, breve, imperativa. Lucha, batalla, demanda”.

La Medalla que recibirá Covarrubias lo llena de un orgullo especial porque, señala, la Bienal es una de las cinco más importantes en el mundo, en que reputados diseñadores participan como concursantes o como parte del jurado. En años anteriores, especialistas como Vicente Rojo la han obtenido.

A la manera de Lennon y McCartney

Felipe Covarrubias reflexiona sobre lo que la vida le ha dado: “Nada se hace solo. Según (John) Lennon y (Paul) McCartney, nada se puede hacer sin una pequeña ayuda de los amigos. Yo no he recibido una pequeña, sino una muy grande. Entonces, claro, el premio se me da a mí, a mi trayectoria de 40 años en esto, pero yo lo comparto. Mucha gente sabe y se los he de decir y agradecer”.

Incontables premios, homenajes y reconocimientos son los que ha recibido a lo largo de estas cuatro décadas, sin embargo, el arquitecto se centra en lo básico, la concepción de una idea: “El diseño se hace en la mente, no se hace con las manos. El diseñador puede ser manco, perfectamente manco, o lamentablemente manco, pero puede diseñar, porque el diseño es un acto intelectual, entonces se hace en la mente y después se manifiesta”.

Escupir los conceptos
Insistí un poco en esta idea mental que Felipe Covarrubias me compartió. ¿Qué papel juega el corazón? ¿Cómo se le hace para transmitir estos conceptos y ‘escupirlos’ a los demás? “Se le presenta a uno una necesidad, uno la va a solucionar en términos de diseño para mejorar la calidad de vida. Si uno está despierto y cuerdo, es probable que la solución ayude, es probable que lo que se presenta en la mente, colabore en esa calidad de vida. Eso tiene que pasar por el corazón, por la energía del corazón y lo lleva a las entrañas. Esa es la acción de los tres centros de energía: mente, corazón, entrañas”.

Con base en esta explicación, el arquitecto me presenta el que considera su mejor cartel. Se trata de un estadio rojo futbol. De un lado de la cancha, escritos con letras negras, están los ‘buenos’ del encuentro: La conciencia en la portería; el orden, la forma, la utilidad y el contenido en la defensiva; función, método y estructura en la media cancha; creatividad, estética e innovación como los delanteros. Del otro lado, con letras blancas, se hallan la idiotez, el desorden, la ociosidad, la voracidad, la explotación, la codicia, la repetición, el desequilibrio, la fealdad, la piratería y la moda.
Con una pícara sonrisa, me explica el chiste: “Esto sólo se puede entender en mi ciudad, porque unos son rojinegros y otros son rojiblancos”. La risa hace su aparición, tomando en cuenta que este jalisciense es responsable del actual logo del Atlas, equipo de sus amores.

Por lo pronto, él tiene un deseo claro: Descorchar la botella con los amigos. “Ésta es mi casa, he trabajado aquí más de 40 años. Aunque vaya a Londres o a Buenos Aires, ésta es mi casa y yo regreso a mi casa…”.

viernes, 9 de julio de 2010

Impacto visual

Estaba bien tranquis en mi oficina, salvando al mundo de sí mismo cuando una serie de ninfas de rostros que parecen no permitir la sonrisa franca, se entrevistan con alguien que no soy yo, demasiado emperifolladas y dueñas seguras de uñas imposibles de material tóxico, una ríe, otra mira analíticamente su paso, no vaya a ser que su elevado tacón se convierta en su enemigo más mortífero.

Y la última, ataviada de negro, cree que eso será suficiente como para ocultar sus inocultables piernas aderezadas con celulitis... ¿cínica o ingenua? Yo prefiero no decidir, sino comentar con poca humildad

martes, 6 de julio de 2010

Zurdo absurdo

Tal parece que a la gente zurda, como yo, le gusta presumir esa peculiaridad. No tiene nada de presumible, porque para empezar, se dice que vivimos menos tiempo.

Nací zurdo, pero no soy el típico zurdo, pues hago muchas cosas con la mano derecha también, como comer los Lucky Charms con leche semi pasteurizada.

Esta es una lista de cosas que hago con la mano izquierda:
- Escribir
- Limpiarme el rabo
- Ponerme los lentes de contacto y limpiarlos
- Lavar la loza
- Servirme una bebida
- Fumar
- Apuntar
- Rasurarme

Con la mano derecha se me da:
- Aventar cosas
- Usar el mouse y el control remoto de la tele
- Marcar un número telefónico
- Recortar con unas tijeras
- Si tocara la guitarra, sería diestro
- Comer cualquier cosa que se coma con una cuchara
- Prender un cigarro

Y con las dos:
- Comer
- Escribir en un pizarrón
- Abrir cosas
- Cocinar

Ahora, me instruyo en el maravilloso arte de realizar actividades con los pies, como esa gente que es modelo a seguir y vive una vida digna y plena. Obviamente, la tirada es ser ambidiestro, nada de mediocridades o pequeñeces.

lunes, 5 de julio de 2010

Nadie como Chaplin. Ni él...

En algún momento de la vida, Charles Chaplin, la persona más famosa del planeta tierra (tal vez, su única competencia era el gran némesis del universo, Adolf Hitler), que gozaba de la simpatía y la admiración de todos, decidió probar fortuna con un experimento a todas luces divertido: participar en un concurso de imitadores de Chaplin.

Sería el ocio del genio inglés lo que lo llevó a probar fortuna en una carpa, con un sin fín de pobres diablos que perfeccionaron el arte y las idiosincracias del personaje Charlot: Bigotito, bastón y un gracioso caminar, claro.

Claro, además el sombrero, el traje y una mirada coquetona.

Claro, ser un excelente mimo, juguetón, con chispa y garbo.

Claro, presencia.

Lo que no fue claro nunca es que no se supo cómo Chaplin perdió el concurso.

O al menos, eso es lo que cuenta la leyenda urbana.

jueves, 1 de julio de 2010