domingo, 27 de junio de 2010

Adiós Tri

Adiós Tri.
No te voy a extrañar.

nosepudo,nosepudo,nosepudo.

Y qué bueno, porque más allá de la rica carne asada dominical, la cerveza bien fría, el amiguismo y camaradería, las risas, sonrisas, abrazos, palmaditas motivacionales, decenas y decenas de cigarrillos y los gritos y pasiones desenfrenados, mis ojos, lacerados por el carbón cabrón y mis oídos, neutralizados por los sonidos suprahumanos de quiénes esperaban con un muy mucho de fe que el Tri masacrara al equipo del barrilete cósmico que fue, es y será El Diego, yo he quedado cansado, muy cansado.

Horas después, fumado y bebido, sonreído y cuestionado, sugerido e invitado, me fui caminando rumbo a mi auto que dejé dos cuadras atrás, donde tuve que sufrir la mirada inflexible de doce pares de ojos que me veían con cierta furia, pues para calmar los ánimos, complemente derrumbados, unos jóvenes imberbes jugaban al futbol, en el que las porterías se habían improvisado con los bolsos de sus amigas o novias. Arranqué, con cierto optimismo en el planeta tierra, aún hay mujeres buenas y bolsos de poco valor económico.

So pena de faltar al FIFA de este lunes, donde nuevamente la alegría sin igual se verá reflejada en la cara de mis barbados amigos, pienso que si pierdo catastróficamente, como la lógica ha venido imperando muchos torneos atrás, el chiste facilón y una tarde de junio entre compinches y mucha testosterona siempre será mejor que las cosas que sí son feas, como mi vecina. O pisar caca. O mi vecina, al pisar caca.


Adiós Tri, no te voy a extrañar.
Y si sí, cuatro años no son nada.

Ahora sí, dediquémosnos a lo realmente importante: Aprender a andar en monociclo. Y no pisar caca.

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